Llega famélica, con hambre y sed, mientras todos danzan. En la oscura noche del alma los laberinticos pliegues del cerebro, confundidos, no equivocan su trazado; el destino lo marca el lazo de la soga pendido del árbol seco; sobre el horizonte, una luna amarilla surge como espectadora solitaria; el último pensamiento fue el despertar, las manos subieron con rapidez refleja, con ganas de salvación, ni el crujir de la rama rompiendo el silencio de la noche dio esperanza a la quiebra, únicamente el crac por la separación de las cervicales, la asfixia, el kit-nervioso del cuerpo, el pataleo… Devora su esencia, y, famélica como llega, se va.
jmgd
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