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jueves, 7 de marzo de 2013

Santa



¡Ay, mirad como está!

Voz 1ª -Cuenta que una figura negra le salió en la calleja de las casetas cuando, pasada la media noche, venía de atender el ganado. Dice que era parecida a un mono y se movía con la rapidez del rayo.
Voz  2ª -¡Se le ha aparecido un ánima bendita! La del muchacho de Santa que se ahorcó en la encina  por donde dice que ha pasado, ha sido el alma del pobre que vaga en pena y no encuentra descanso.
Voz 1ª -La ropa la tiene desgarrada y está lleno de quemaduras y sajaduras por todo el cuerpo al parecer hechas con un cigarrillo y una hojilla de afeitar, no sé cómo no se ha desangrado.
Voz 2ª –Tienen estos espíritus la forma de figuras fantasmagóricas de ojos diabólicos, dientes abrasadores y garras como cuchillas.
Voz 1ª -El médico le ha cogido muestras de sangre y le ha hecho las primeras curas, están esperando el 112 para que lo lleven al Hospital.
Voz 2ª -Le seguirá donde vaya, está sedienta y le ha elegido a él ¡Dios Bendito! Anoche fue luna llena.
Voz 1ª -Cuentan que a esas horas, ¡a saber de dónde vendría! La Guardia Civil le está interrogando para levantar un atestado y una pareja ha ido al lugar donde dice que ocurrió el suceso. Han prohibido a la gente que vayan allí.
Voz 2ª -Si buscan que no esperen encontrar nada, estos seres lo dejan todo como estaba, ni tan siquiera una brizna de hierba cambia de lugar.
Voz 1ª -La verdad es que nadie sabe los caminos que coge ese mozo, la gente habla de un ajuste de cuentas y si no encuentran nada va a dar que pensar ¡Gracias que ha quedado para contarlo!
Voz 2ª -Para quitar la maldición hay que llevar donde ha sido atacado sangre de la víctima todas las noches hasta que sea luna nueva.

--- o ---

Todo esto ocurre durante la luna de enero, y cierto es que desde la noche siguiente en el sitio “el ahorcado” una mujer vestida de riguroso luto junto a una cruz, a la pálida luz de una vela y como testigo una flor púrpura, llena un pequeño cáliz con su sangre. Allí de rodillas reza el rosario y pasa las noches en vela, y allí al amanecer del domingo de la noche oscura en la luna nueva de febrero la encuentran blanca, fría y rígida como el carámbano.
Al alejarnos en silencio respetuoso con el féretro, la aprensión me invade, y el suave ruido de la gélida brisa entre las hojas de la centenaria encina  me hace oír un susurro,…¡madre!

jmgd

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