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sábado, 16 de julio de 2011

La jornada.Tarde y noche.

Aseado; se ha lavado en un barreño de zin con agua bien caliente, que nunca falta en el balde que cuelga de las llares, no hay agua corriente, se ha puesto un chándal y zapatillas de felpa; le hierven la cara y las manos al entrar en calor, la casa está confortable, de eso cuida con mucho celo el padre, hay buena lumbre bajo la chimenea y tiene un buen brasero la mesa camilla,  prepara un tazón de café con leche y abre la caja de dulces que le regaló la mujer, no es muy tarde aún, pero a como está el día parece ya noche cerrada. Hijos de la idiosincrasia de la dehesa, son parte en ella. Al calor del hogar, padre, madre e hijo, viven la soledad, el abandono y la ignorancia, estampa de la desidia; afuera se prevé una noche de perros, acostumbrados a necesitarse, sienten el calor de hogar, cualquier percance lo asumen e intentan solventarlo con resignación; el padre le recuerda los sabañones y las frías noches de invierno en el chozo, lúcido, se defiende bien; a la madre, consumida por los achaques, poco a poco, le va pudiendo la noche del olvido, tiene retazos de luces y sombra en la memoria, hay que estar en todo momento pendiente de ella, a la pobre, ya  hubo que buscarla un día en la dehesa; él, el hijo, retrato del padre, sano de cuerpo y mente, de buena presencia, bien educado, es responsable y sumiso, un muchacho noble, que aprovechó bien sus años de escuela porque nunca pudo ser niño o tal vez nunca  dejó de serlo, aprendiz de  hombre que coge el temple, de cuerpo y alma, en esta tierra, sus días los llena con sus padres y su trabajo. Huele a cordero asado, y sobre el mantel reina una botella de vino tinto de marca, obsequio de el señor”, hoy la cena es especial, aunque no perdone la cazuela de leche migada, anima a ello la televisión con sus programas festivos, es Nochebuena. 

jmgd

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