Vistas de página en total

sábado, 21 de noviembre de 2015

Tarde de resolana



Contaban de aquella ama parroquial que decía que no sabía dónde estaría la badila del brasero. Juraba y perjuraba que ella con el cura no se acostaba. Son cosas de alcahuetas cuando hablaban de dormir juntos por el frío y de que la jodienda no tiene enmienda, comadres que entre remiendo y ganchillo se regocijaban en la resolana pasando las monótonas soleadas tardes preludio del invierno. Mientras, el otoño anunciaba la Natividad, tiempo en que María divinamente concebida paría otro año más. Y repitiendo los mismos juramentos tarde tras tarde la inocente ama de llaves no comprendía por qué insistían. Lo que la sirvienta eclesial no sabía, es que, en un descuido, la atrevida y pícara vecina, tiempo atrás,  entró en la casa del clérigo y la badila guardaba bajo la almohada en la impecable cama de la alcoba de la barragana.


jmgd 

No hay comentarios:

Publicar un comentario