¿No es esa la hija de nuestro conocido? Me dice mi mujer en el intervalo de tienda a tienda.
Sí.
¿Qué te ha dicho?
Nada.
Algo te diría, ¿nó?
Nada de importancia.
¡Pues vaya un secretismo!
¡Joder! Que si le echaba un polvo.
¡Madre!
Apaga la exclamación el ensordecedor retumbar de los bafles de un coche, al pasar, emitiendo una rumba, heroína.
jmgd
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