Ella utiliza sus estrategias de mujer, no dice nada, pero, observa y vigila todos y cada uno de sus movimientos y ademanes; él cada vez vuelve a casa más tarde, y, en tiempo y forma mas irregular; cree percibir murmullos cuando pasa y silencios al llegar; amigas no tiene o no quiere tener, tal vez por miedo a compartir sus temores, su intimidad; ahora, en su silencio, cuando llega le recibe con besos, según las circunstancias, en la mejilla, inspirando con delicadeza para intentar percibir la fragancia de algún perfume extraño, diferente, el miedo a lo desconocido le invade y unos sudores inoportunos traicionan su aparente frialdad, pero nunca encontró nada anormal y se siente culpable de su actitud, ¿o quizá su subconsciente le engaña?, piensa, ni un cabello, ni un aroma, ni indicio de nada, sólo esa irregularidad en volver a casa; tampoco el trabajo es, como el de otros, de horarios fijos; le nota distante, ¿o es que siempre ha sido así y ahora ella está más sensible?. Todas son dudas, y preguntas a sí misma sin respuestas.
Se paró el tiempo, se desvanecieron los colores, dejaron de oírse los ruidos del parque, todo comenzó a darle vueltas de vértigo, no volvió a sentir nada, únicamente la imagen y el eco de la voz de una niña que suelta la mano de su madre, se dirige corriendo hacia ellos con los brazos abiertos, y llena de alegría e ilusionada exclama: ¡Papá, papá!
jmgd
Muy interesantes estas tres últimas entradas.
ResponderEliminarTe sigo en el blog. Ánimo con la escritura!!!
Gracias, Isabel. Ya sabes, si puedes, nos leemos en directo en la tetería.
ResponderEliminarUn saludo