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sábado, 8 de enero de 2011

¡Salud!

A mí, de esa España de Dios, me quedó la  piadosa y frustrada costumbre de asistir a misa los domingos y fiestas de guardar. Pero tuve que santificar las fiestas trabajando; había muchos asnos que sacar del pozo y ya dijo Él que eso sí se podía hacer aún siendo día sagrado.
   -Dime de lo que presumes y te diré de lo que adoleces. Presumo y estoy convencido de mí ateismo, pero después de leer mis comentarios siempre le tengo presente. Ese “le” debiera haber sido escrito con mayúscula; a  eso me refiero; como mucho creo en “dios”, a lo que algunos decimos: “algo habrá, pues algo somos”. No puedo comulgar con esos dioses hipotéticos, ni con los sumos sacerdotes que  van bajo palio, bufones carnavalescos que, usando la superstición y el miedo, predican doctrinas absolutistas,   omnipotentes, opio de la inocencia del pueblo. A mí, buscadme bajo el sol, la luna, las estrellas; adorando la belleza de la vida humilde y  sencilla de la gente, que su dios lo resumen en cumplir con sus quehaceres, llegar a casa y compartir el fruto de su trabajo, sin bendiciones, sin boato. Y mañana que es día de descanso nos vamos de merienda al campo, o nos quedamos en casa y luego salimos de paseo, o simplemente nos aburrimos de estar aburrido sin hacer nada de nada, que es una manera como otra cualquiera de matar el tiempo. En fin, en vivir la vida respetando la de los demás, y de vez en cuando compartir con los amigos algún buen vino y un buen ibérico que el pan es hijo de paja y un día es un día ¡Coño! ¡Que para eso trabajamos!
   Tú que me estás leyendo eres mi dios, mi Iglesia. Los otros no son más que santos de templos hechos, en fin, de barro.

¡Salud!

jmgd

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